Organiza:

EAPN EAPN

Financia:

Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad

Colabora:

La diversidad cultural y social que se ha fraguado durante los últimos años en nuestro país plantea nuevos retos y oportunidades para el fomento de la inclusión social, la convivencia intercultural y la integración ciudadana.

Las disposiciones y normativas del Estado, así como las recomendaciones de varias organizaciones internacionales, marcan nuevas tendencias a la hora de intervenir en relación con la diversidad cultural y la inclusión social. Estas priorizan el desarrollo de proyectos con carácter preventivo y promocional, capaces de impulsar procesos para el fomento de la interculturalidad y la cohesión social, y plantean estrategias ambiciosas que tengan un impacto en la vida cotidiana de la ciudadanía culturalmente diversa.

Señalan también la necesidad de dar un enfoque holístico a la actuación en este terreno, teniendo una visión integral de la persona y de sus derechos, responsabilidades y pertenencias que dan significado al término ciudadanía. Por este motivo, el espacio local adquiere importancia, porque es en él donde tienen lugar cotidianamente las relaciones de convivencia y las situaciones de diversidad cultural y, en definitiva, el espacio donde se desarrollan las relaciones de vecindad.

De lo anteriormente se deduce que una de las posibles vías para lograr la convivencia social y la inclusión social sería mediante el impulso de procesos de dinamización social participativos, desde los cuales se promueven la construcción de sociedades más cohesionadas, mediante la formación de una ciudadanía crítica que toma y es parte en los asuntos que le afectan. La participación es un derecho fundamental y un instrumento esencial en la convivencia y la vida comunitaria, aunque sigue siendo un asunto pendiente de potenciar entre los y las vecinas de un barrio.

En esta vía, el barrio queda definido como ámbito de acción, ya que es el lugar concreto en donde las personas construyen sus redes, su historia, y sus vínculos sociales. Además es el espacio en el cual la idea de proximidad adquiere un lugar clave como estrategia para poder establecer una comunicación bidireccional directa e inmediata entre los tres protagonistas de la intervención social: la administración local, la población/voluntarios y los profesionales.

La intervención en los barrios y con sus habitantes permite conectar con la gente, construir un ambiente de confianza, conocer sus códigos, sus redes sociales, sus problemas y sus inquietudes, así como escuchar y canalizar nuevas propuestas e iniciativas sociales implicando a la base social en la transformación de sus condiciones de exclusión social.

El trabajo en terreno nos constata día a día las potencialidades que supone para la inclusión de las personas desarrollar acciones de carácter integral en los territorios (los barrios) donde residen las personas, por tanto lo que se busca es dinamizar al conjunto de la población y así pasar de contextos de exclusión hacia espacios de convivencia.